miércoles, 26 de noviembre de 2008


me voy a quedar en el patio de la casa de mis papás a mirar el sol de un lado a otro debajo del parrón y mis perros durmiendo entre los pelos de cardos me voy a quedar sentada mientras suena el teléfono cuatro veces seguidas y voy a salvar a un chanchito de tierra muerto de las hormigas que se lo quieren comer

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miércoles, 19 de noviembre de 2008

cumpleaños feliz


Al salir de la ducha Eme encuentra a Teo frotando una madeja de virutilla entres sus pies y el embarrado piso de madera. Eme ignora a Teo. No lo mira cuando él le pregunta algo. ¿Eme, podrías explicarme? Entonces Eme, lenta y despreocupada, recoge los vasos y las botellas vacías de la noche anterior, abre todas la ventanas, sube el volumen de la radio, toma otro tanto de virutilla y enciende un cigarrillo. Teo se detiene a mirarla fijo como pidiéndole que por favor ella también lo haga. Eme, sin quitar la vista del suelo, estira la mano para pasarle el cigarrillo y, al mismo tiempo, le pregunta si quiere fanta. Teo no responde y se acerca. Ella lo evita pero Teo se acerca tanto y tan despacio que le nubla la vista ¿Quieres fanta? repite Eme. El hombro de Teo en su nariz hace que ella vea todo fuera de foco, intenta salir de ese estado para ir en busca de la fanta pero Teo no la deja inclinando un lado de su cara al otro lado de la cara de Eme. Yo quiero fanta ¿tú quieres fanta? Teo sigue sin responder y la abraza tiernamente como si Eme fuese un animalito perdido. Eme se hunde en la camiseta de Teo que tiene ese olor que sólo tiene la ropa de Teo y quiere ponerse a llorar porque él no se da cuenta de las cosas que ella sí. Quiere ponerse a llorar porque los abrazos entre Teo y Eme son algo así como de un tiempo en el que todos han muerto ya y le da tanta pena verlos dibujados en café y rosado mientras Teo acerca su cara arrastrándola desde el cuello hasta la boca de Eme con una solemnidad oscura y Eme no puede hacer más que quedarse ahí plantada como un pequeño arbustito de boca semi abierta con miedo a que el viento la bote, sintiendo el tibio recorrido de Teo que se dirige directamente a ella y que, aunque Eme quiere golpearlo y decirle muchas palabras que se aprendió en ruso precisamente para estas ocasiones, se queda así, escuchando el espeso y descarado torrente sanguíneo que le pasea por las orejas. Le gusta juntar su lengua con la de Teo porque son muy diferentes y el grosor y la aspereza de la lengua de Teo hacen que la lengua de Eme se estremezca y quiera rodearla y empujarla. La lengua de Teo es más caliente que la mía. Me gusta tu lengua porque es como si fuera algo grande que me cuida como si con tu lengua pudieras limpiarme o hacerme cariño, como si tu lengua pudiera salvarme de todo lo que yo no me he podido salvar. Entonces Teo la toma en brazos como si Eme fuera una muñeca de trapo, como si estuviera hecha de lana y a Eme le quedan colgando los pies y se acuerda de cuando tenía siete años y su hermano que era tan grande la paseaba por la casa y ella tan liviana como si fuera un juguetito de la familia. Y sus lenguas pasándose por al lado de sus muelas y por debajo del paladar se lamen como cachorros limpiándose con tristeza y dulzura, con olor a sombra de bosque y la tibieza de uno tirita con la tibieza del otro, en un beso que dura minutos muy largos hasta que se oscurece, se hace de noche y se duermen de pie apoyados en la pared.

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día tres


yo y todas las demás verdes pálidas
(de sueño)
nos ponemos a bostezar
como un puente de piedras y cuadernos
como un sifón de ramas con hojas
que sonríe y se burla de ti

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jueves, 13 de noviembre de 2008

buenas noches

Sandra camina con pasos tensos por la vereda. Lleva su celular en la mano y parece que mantiene una conversación telefónica.
Sí, voy llegando. Tres minutos. Voy pasando frente a la botillería. Bueno. Encontrémonos abajo.
Corta el teléfono, mira a su al rededor sin detener el paso, mantiene apretado entre sus manos el celular. La luz de un farol coincide con su silencio y a medida que la vereda comienza a oscurecerse lleva el celular a su oído nuevamente.
Hola! Bien, voy llegando ya. En la esquina. Si te asomas por la ventana me ves...
Se detiene frente a un semáforo en rojo y corta la conversación. Mantiene el celular en su mano y su cabeza sigue el movimiento de los pocos automóviles que pasan frente a ella.
Dan la verde peatonal y Sandra cruza la calle a un ritmo más lento del que ha llevado anteriormente. Al llegar a la vereda recupera el caminar rígido y apresurado, mira hacia atrás y vuelve a llevar su celular al oído.
Aló? Hola, dónde estás? sí yo también. (ríe) qué gracioso...
En sentido contrario se acerca un hombre de estatura media, viste desordenadamente, no se ve su cara, camina pausado por el lado más oscuro de la vereda. Sandra continúa hablando por el celular subiendo el volumen de su voz a medida que el hombre se acerca.
...estoy llegando, si te asomas por la ventana me vas a ver caminando...
Sandra y el hombre se encuentra a quince metros y acercándose. Ella continúa aumentando el volumen de su voz.
...quizás si bajas corriendo nos encontramos justo en la entrada...
Sandra y el hombre están a punto de cruzarse y ella habla ya demasiado fuerte por su celular
... ah sí? me ves! si levanto la mano me ves?!...
cruzándose con el hombre y casi gritando Sandra levanta su mano izquierda y la mueve como saludando hacia algún departamento que no existe
... te veo te veo!!!!
Apura el paso y mira hacia atrás repetidas veces, vuelve a cortar la conversación abruptamente mientras mantiene el celular empuñado en su mano. Un poco más adelante se ve un paradero al cual viene llegando una micro. Sandra corre, mira hacia atrás un vez más y sigue corriendo hacia el paradero. Se abren la puertas de la micro que está vacía.
buenas noches
buenas, señorita
Sandra se sienta al medio de la micro pegada a la ventana, mira hacia afuera, guarda el celular en su mochila y saca unos audífonos, se los pone y apoya la cabeza en el vidrio.

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miércoles, 5 de noviembre de 2008

día dos

ese papel de oficina se parece a mí
sin calcular los
no sé
esa polilla pegada a la ampolleta
se parece a mí

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lunes, 3 de noviembre de 2008

día uno

cuando chica
yo quería vivir cerca del neón de bayer
y de los institutos
ocupar mis pies como dardos o espuelas
de una esquina a otra
todos los martes
seguir el prepicado de las calles
con gaitas y tazas
de mentira

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despacito



T apaga la luz y abre la ventana para que los alumbre las fluorescentes de en frente. Se mete dentro de la cama y mete, también, su nariz en la oreja de M. M se da vuelta y le pide por favor que le saque las pantys. Estoy tan floja. M siempre se deja sacar la ropa así, como por pereza. Se queda tendida sobre su costado izquierdo mirando la pared. T la abraza y se duermen. M nunca duerme toda la noche y eso es algo que molesta a T. Cada vez que despierta, la encuentra paseándose o mirando por la ventana. M mantiene la boca en el hombro de T. Lo muerde despacito mientras parece que reza. M no cree en Dios y T no está seguro. T se acerca para tomarla con sus manos grandes, para tocarle esa panza lisa y blanda, para que ella abandone eso en lo que piensa y se convierta en alguna otra cosa y T se acerca a su cuello como si fuera una máquina demoledora como si quisiera cambiarle la forma manoseándola fuerte con sus dedos y M comienza a moverse de manera animal como un gato o una culebra como si se arrastrara entre las sábanas y todo su cuerpo respira fuerte diciendo algunas cosas sin sentido, porque M entra en una especie de trance que T no comprende, se mueve en redondo, esquiva la cara y cede. M intenta pensar algo que nunca logra pensar y se enreda entre ideas, partes sin nombre, lenguas y cordones que no se ven. Entonces todo se vuelve urgente y M lo busca para tocarlo tan fascinada paseando sus manos como por un laberinto y T cree que va a morirse, que necesita desesperadamente la humedad precisa de M y M que lo empuja hacia atrás para que se aleje como actuando en una terrible obra de teatro hasta que se abalanza uno o se abalanza el otro y M necesita que T se meta bien adentro, que se balanceé y cierra los ojos y lo arrastra hacia sí tan lascivamente que T quiere atravesarla con rabia por llevarlo a esos límites en que todo es como un castigo o un mal recuerdo de algo que nunca pasó. Entonces M lo besa en el cuello mansamente y T busca su boca arrastrando la lengua desde el hombro de M. Así continúan, tranquilos y pesados como un pantano largo. M es codiciosa, roja y dulce. T es majestuoso, afilado y certero. Aguantan la respiración, la aguantan sin quererlo, con miedo, como si nunca la hubiesen aguantado. T se acerca como cuchillo, de a poco, despacito, luego con furia entonces los dos sueltan un sonido de animal y se revuelven y se dicen cosas. M pareciera estar en otro lugar, lejos, sentada con la cabeza hacia atrás como si cabalgara lento o estuviera en un bote. T hace como que se queda mirándola pero no puede, la oye alejarse cantando o preguntándole o balbuceando, moviendo la cabeza y, él, con la mandíbula apretada, como preso de un calambre que se extiende por sus brazos y sus piernas con fiebre, como si fuera otra cosa o estuviera en otra parte o como si se fuera a morir.

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martes, 28 de octubre de 2008

la casa de la violeta parra

Es que a veces me pasa así, los lugares son muy de a diario y las personas muy definidas, a menudo sueño que leo o que veo la hora. Esa vez yo iba caminado hacia la heladería y tú venías caminando hacia el metro y había mucho sol de las siete de la tarde pero yo no te veía porque iba buscando algo en mi monedero azul y sólo encontraba botones de cobre, entonces C, que caminaba con F y conmigo, te decía “hola” y todos nos deteníamos a conversar debajo de una sombra en la vereda pero yo no te veía porque seguía revolviendo mi monedero y tú te acercabas a darle un beso a C primero, luego a F y cuando te acercabas a mí, envuelto en un abrigo azul igual al de mi monedero, yo te abrazaba fuerte porque repentinamente te quería mucho y de pronto estábamos bailando en una fiesta diurna y al aire libre en donde habían mesas con cosas como de venta de garaje y caía un telón que también era una carpa gigante y había una ronda donde cantaban “la casa de la violeta parra la casa de la violeta parra” luego era el funeral de mi perro y de ahí no me acuerdo más. Lo que te gusta escuchar a ti es que lo soñé cuando no nos conocíamos aunque C diga lo contrario, porque C asegura que una vez nos cruzamos en la calle, F, tú, ella y yo, y que nos saludamos, justamente, entre una estación de metro y una heladería. C cree que esa fue la primera vez que nos vimos. Yo no puedo acordarme. Después de mi sueño coincidimos en dos lugares y supongo que te examiné insolentemente. Lo que a mí me gusta es que mi yo-dormida te haya elegido, hace tanto tiempo y sin siquiera saber tu nombre, para darte un abrazo de manera tan limpia, infantil, arrancada, familiar, valiente y no sé qué más pero un abrazo como de los monos animados viejos. Muy. Ojalá que haga buen tiempo allá. Cuéntame todo cuando vuelvas. Dicen que el sábado va a estar feo el día. Yo no sé. Llega.

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lunes, 27 de octubre de 2008

de versiones: Eva y Adán


(EVA y ADAN, apoyados en un árbol)
-estoy aburrido
-los tontos se aburren
-deja eso, EVA
-no tienes sentido del humor
-estoy condenadamente aburrido
-voy a poner a música
(EVA da un aplauso y comienza a sonar el primer movimiento (allegro non molto) de L'inverno de Vivaldi)
-Dios, esa fascinación que tienes por lo barroco
-ya ves
-Vivaldi es un fastidio
-a mí me parece emocionante
-a ti todo te parece emocionante
(EVA hace un movimiento con la cabeza en señal de aprobación)
-me gustaría viajar
-ADAN...
-me conozco el Paraíso de memoria, sabes? no hay nada que descubrir, me gustaría saber que hay después de...
-Dios! habla más bajo que te puede escuchar
-y eso no te parece emocionante?
-no
-estás llena de caprichos
(EVA alza la mano solemnemente y con el gesto aumenta el volumen de la música)
-dije que estás llena de caprichos
-te oí, crees que estoy sorda?
-a ratos...
-ADAN, qué es lo que quieres? quieres pelear, es eso?
-por favor EVA, no se me ocurre otra manera de enfrentar este jodido insmonio
-está bien
(dulcemente)
-gracias querida
(ahora grave, carraspea y repite)
-estás llena de caprichos
-y tú de manías
-esa forma en que te sientas a leer te hace ver como una anciana malhumorada
-tienes mal aliento, no has pensado lavarte la boca aunque sea una vez por semana?
-y tú podrías empezar por rasurarte las axilas
-para qué? para aumentar las posibilidades de que te me acerques?
-como si no lo quisieras
-querer qué?
-que te monte por detrás como te gusta, perra caliente, que te haga chillar como una perra caliente, que te muerda entera y que babees como la perra caliente que eres
(en un tono de voz inexpresivo, monótono)
-oh ADAN ya veo, quieres decir cuando te me acercas con esa pequeña cosa lánguida que te cuelga? (ríe) que se dobla al tocarme? oh, querido, sí que te ha afectado la vigilia
(silencio)
-EVA, creo que te has sobrepasado, no era necesario...
-quizás si hubiese otro como nosotros... he estado mirando al caballo que pasta cerca del río...
-EVA...
-déjame hablar, he visto cómo lo hace con la yegua, me he detenido a mirar su expresión
-Dios!
-lo he pensado seriamente, creo que voy a intentarlo
-qué dices
-lo que oyes
-pero eso es...
-es?
(ADAN piensa un momento)
-inmoral
-ajá
-si El te viese...
-si El me viese qué?
-si El te viese...
-qué? me echaría?...
(EVA mira fijamente a ADAN)
-....entiendes?
(ADAN sonríe)
-eres brillante!
-yo con el caballo y tú con la loba del bosque...
-brillante brillante!
-gracias, querido
(ADAN y EVA se besan)
-debe ser el lunes, El vendrá durante la mañana, como siempre, a preguntarnos qué tal nuestro domingo y...
-EVA
-si?
-estoy enamorado de ti
-lo sé, tontillo
-he cambiado totalmente de humor
-qué bien, tienes hambre?
-sorprendentemente, sí
-te acerco una fruta?
-por favor
(EVA estira la mano y descuelga una manzana roja del árbol)

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viernes, 24 de octubre de 2008


si yo pudiera elegir en qué pensar pensaría otras cosas de las que pienso

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miércoles, 8 de octubre de 2008

Nora


A M le hubiese gustado llamarse Nora, como su madre. Nora es un nombre diferente, no conozco a nadie, aparte de mi madre y una costurera de Conchalí, que se llame así. M es un nombre tonto y común, de buenos modales. M no aprecia especialmente a su madre y el gusto por su nombre no es un homenaje. Nora le parece un nombre feo, y por eso, hermoso. Quiere llamarse Nora porque sí, quiere decirle a cualquier persona que esas cuatro letras la componen para siempre, que Nora dirá en su tumba.
Me siento extraña desde hace un semana. Pienso que estoy embarazada. Fumo más que de costumbre por si fuera cierto. No creo poder ser madre. Hoy hice pipí en un vaso de vidrio esperando que la nubecita blanca se situara en la parte de arriba como dicen las abuelas que sucede cuando se está embarazada, pero la nubecita blanca se quedó al fondo del vaso. Sentí un falso alivio porque la verdad es que no creo en lo que dicen las abuelas. He estado pensando en cómo se lo diré a T. No podría decirle “T, vamos a tener un hijo” porque lo cierto es que no vamos a tenerlo. Le diría que pienso que estoy embarazada aunque el estúpido vaso de vidrio me haya dicho que no. Se lo diría y T me miraría con casi nada de asombro para luego decirme que soy tan infantil y abrazarme. Se pondría el abrigo y bajaría a la farmacia de la esquina.
T siente solemne respeto frente a las impresiones de M. Invariablemente existe algo de verdad en su misterioso discurso, piensa.
Alguna vez el médico de la familia le habría dicho a M, luego de someterla a incómodos exámenes, que sus ovarios serían demasiado pequeños y flojos como para embarazarse fácilmente.
La naturaleza sabe, creo que nunca seré madre. Si sucede, debe ser de improvisto, sin enterarme. Quizás T, en un inesperado acto de generosidad, quisiera hacerse cargo, quizás se embobe con la idea de ser padre, de tener una pequeña persona a la cual domesticar, quizás así yo me libraría de esta terrible equivocación natural. M se pierde en su entusiasmo. Tal vez si se lo plateara así, como el gran experimento de su vida, algo de lo que podría llevar un registro acabado, un niño encerrado desde el nacimiento que jamás ha visto un espejo, al que se le enseñará a hablar de determinada manera, que no conocerá la existencia del mar hasta avanzada edad, que T puede moldearlo, sí, investigarlo, sí, que T puede ser Dios.
Entonces M se acerca a la ventana, se detiene a mirar la palidez que siempre lleva encima y dibuja en el vidrio las mismas palabras que su padre acostumbraba arrojarle durante esas mañanas: una desgracia, M, eres una desgracia.

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lunes, 1 de septiembre de 2008

procesión

Se durmieron escuchando una marcha cordobesa. A mí me dieron ganas de llorar porque era tan triste y lenta. También porque las ventanas abiertas y tu cama olían a diciembre. Hace tiempo que no nos acordábamos de eso. El verano siempre los va a perseguir. No debieras decirme que me quieres. No de esa manera como si fuera tan importante.

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viernes, 29 de agosto de 2008

casablanca

Adrián llega en seguida a la casa de T. M lo mira lascivamente como siempre le provoca hacerlo. Adrián tiene algo que inquieta a M. Tengo hambre, mucha hambre. M no ha tenido tiempo para comer. Hace tostadas con mermelada, saca un pedazo de queso, prepara un jarro de té y se sienta en la mesa a ver la televisión mientras piensa en Ilsa y Rick, mientras piensa sobre todo en Víctor Laszlo. Los hombres son más correctos que las mujeres, lo son en las grandes cosas. Adrián entra a la cocina y M le ofrece un vaso de té frío. M es rara, tan rara, se pasea por los lugares como si fueran suyos y le habla a las personas como si quisiera hacerlas llorar.
-No vamos a trabajar, M, me voy a mi casa ¿te llevo?
Adrian vive en el mismo barrio de M y tiene un automóvil muy viejo que es algo así como una ruleta rusa. Es tarde, podría volver a mi casa con Adrián, me gustaría poder llamarlo de vez en cuando y meterlo en mi cama, me gustaría dormir con Adrián y que se fuera en las mañanas muy temprano. Podría subirme a su auto y quizás tocarle una rodilla al cambiar la radio. Podría decirle que me gusta su rodilla, podría acercarme un poco y dejar que él me diera un beso, porque eso haría Adrián, yo sé que...
-¿M? te llevo
T entra a la cocina canturreando "as time goes by". M sonríe y, rebanando otro pedazo de pan, le da una última mirada a Adrián.
-Gracias, me quedo

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viernes, 22 de agosto de 2008

y cuando llegue el invierno

algún día voy a dibujar cómo podría dejarte
pero me aburro
entonces haré cosas que todo el mundo sabe hacer
comer o bañarme
y quizás antes robe o interrumpa una misa o te diga a ti lo de tu cara/
me borre el pelo
me vuelva acuarela sucia con ruido de estanques
como esa boca que no es tu boca ni la mía toda pantano de oraciones que recito arrodillada casi dormida diciéndolas bajito
avergonzada con esa vergüenza de camilla de hospital
o de salón de baile

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sábado, 16 de agosto de 2008

los jueves

Alicia explicó lo del animalito herido. Dijo que, cuando un animal está enfermo o tiene alguna herida, hay que tener mucho cuidado al acercarse porque puede reaccionar violentamente. Contó que eso pasa porque el animal, bajo cierto desajuste, siente miedo y recurre a la agresividad como método de defensa. Concluyó que, por lo general, ante una mordida nadie vuelve a acercarse. No de la misma manera. Anotó entonces que la estrategia es eficaz. Y que el animalito herido se queda solo. Para siempre.

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jueves, 7 de agosto de 2008

como una momia de las películas malas

a veces pienso que me estorbas estos tiempos están tan raros es el invierno espero que nunca pase eso a lo que le tenemos tanto miedo porque eso sería una desgracia horrenda como la bomba atómica o las ballenas muertas o la lluvia ácida y yo ya sé todo y quiero tener la habilidad de explicar lo que es tan explicable quizás un día de estos me atropellen como siempre he pensado que va a pasar pero mis profecías no sirven de nada probablemente me muera cuando ya sea muy vieja y esté arrepentida de no haberlo hecho antes tú no eres así a ti no te complica vivir teorizas y no te incomoda sabes cómo hacerlo o crees que sabes y es problable que lo sepas pero eso no cambia las cosas yo pensaba de una manera luego de otra para avanzar a la siguiente y terminar en lo opuesto siempre quedo toda enredada como una momia de esas envueltas te das cuenta como una momia de las películas malas no puedo dormir aunque me acueste y esté cansada pero no me importa ya no tengo miedo como antes una vez me dijeron que no tener miedo te hace una mala persona pero pienso que no querer serlo me hace una buena persona me siento tonta cuando pienso en lo bueno o lo malo yo sé que tengo un doble bazo y que padezco una arritmia cardíaca imperceptible a las máquinas pero la Juana sí se da cuenta porque la Juana se da cuenta de todo entonces la Juana me mira con sus ojos blancos por que ya está casi ciega y yo tengo que callarme y no pensar en nada

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D

y todas esas mujeres que nos mostraban el camino se llamaban magdalena

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martes, 5 de agosto de 2008

esas cosas

a quién no le dan pena a mí me hacen llorar como una niña chica así como cuando alicia llora y pareciera que lloviese en el país de las maravillas y después me quedo muda quizás como todos y entonces voy a tu casa en la noche para decirte qué tristeza voy a sacarte ese pedazo de manzana que te duele tanto voy a leerte el precioso cuaderno voy a decirte que va a volver o que nos vamos de viaje o que hagamos sopa y voy a hacer que todos durmamos juntos siempre

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miércoles, 9 de julio de 2008

un pedacito de fierro

Algo perdido ya no permitía calzar. Ella no compartiría eso con él. Ella no compartiría eso con alguien. Se sabía completamente arruinada por la historia. A ella le hubiese gustado ser de muchos colores algunas veces. A ella le hubiese gustado tener un inofensivo primer amor o haber perdido la virginidad con un conocido. A ella le hubiese gustado tener otro nombre, la voz más ronca y embarazarse precozmente. A ella le hubiese gustado tener algo que fuera suyo y de nadie más. A ella le hubiese gustado haber sido una asesina em el siglo XVIII o dejar de hablar. Ella quisiera no haber aprendido todo eso que le enseñaron. Ella quisiera hacer todos esos dibujos que no se atreve a dibujar. Ella quisiera que su cara se borrara con goma. Ella quisiera ser alguna cosa. Ella quisiera ser un nudo de lana. Un pedacito de fierro.

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sábado, 5 de julio de 2008

B

nunca puedo hacer lo que prometo por eso no me gusta que me prometan tampoco creo que azul sea arriba ni en la manera de preparar el café de la mañana o cuando abrochas tus cordones en la azotea desobedeciendo la nueva ley de velocidad y yo te miento para que te crezca el pelo de las rodillas como las de tu abuela que era descendiente de la primera mexicana que bailó can can pero un beso tuyo no tiene ese olor a sombrero que sí tienen los vagabundo de recoleta que he besado cuando tú crees que te llamas de una forma que se parece a la ausencia de mi nombre o a mi propia ausencia o a la del señor de la fila que le gusta pasolini y las cocadas pero que parece un buen tipo y quizás no lo sea porque la vejez no endulza como las hormigas creen ni su dios es bueno ni sale todas las noches a cuidarlas ya que a mi madre le falta un ojo y no lo sabe pero su lengua es rosada como la nieve del caribe y ella duerme como duermen todas las piedras juntas

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martes, 24 de junio de 2008

rosebud

Cuando la conoció sólo hablaba de escritores muertos. Terminales o suicidas. Escritores muertos que sabían que iban a morir. Ella sostenía que sólo le podía interesar la voz de un moribundo. Una vez le dijo, esperando la micro, que nada podía definirse mientras estuviera vivo. Que nadie a sí mismo. Que vivo se está, que muerto se ha sido. Que nuestra enunciación nos es ajena. Que la capacidad de ser es póstuma. Que nunca podremos mirarnos enteros. Decía de diferentes maneras lo mismo, movía las manos disparejas mientras le hablaba, pronunciaba las palabras al mismo tiempo que las pensaba. A veces largamente como haciendo círculos, a veces detenida en un mismo color. Ella apreciaba la muerte como una completud. Estaba segura de que eso era algo importante. A él le extrañaba cómo hablaba sentada en el paradero tan despreocupada encendiendo un cigarrillo. Ella se arrimaba a ciertas teorías bien conocidas. Él no compartía la mayoría. Ella aseguraba haber nacido buena y excusaba su horrible condicionamiento por contexto. En algún momento me acostumbré a hablar sobre asuntos penosos y desagradables, decía. No sentía vergüenza al detallarle que no era feliz ni que esperara serlo. No coqueteaba al explicarle que no le gustaban las personas, que la mayor parte del tiempo se sentía incómoda o rabiosa, que le costaba adaptarse, que era casi intratable, que no sabía querer y que sólo le gustaban algunos animales. Ella no esperaba, de ninguna manera, parecer la típica niña enfadada. Ella no imaginaba en cómo él hacia calzar su perfil con el de esa delgada protagonista del peor cine independiente. Su mundo tan frágil, pensaba. Ella no tenía la capacidad de verse desde afuera, no pensaba en eso, sus palabras carecían de otras expectativas de ser lo que eran. Ella recordaba y era honesta su impresión de volver. La atacaba continuamente el pensamiento de haber perdido la bondad. Yo era buena, volvía a sostener. Él miraba hacia la cordillera y se preguntaba si realmente se sentiría mala. Ella miraba hacia el mar y pensaba si realmente hubiese una respuesta.

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lunes, 16 de junio de 2008

cocodrila

"a veces pienso que lo que hice lo hizo otro"

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A

No sé qué quiere que le responda cuando me dice por teléfono que soy una verdadera desgracia
-ahora que está tan oscuro yo podría quitarme la ropa y tenderme en tu alfombra a esperar que llegues tú o tu hermano o tu padre
- bendito seas por siempre señor

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martes, 3 de junio de 2008

invierno

soy como un papelito sucio soy como un papelito triste

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viernes, 9 de mayo de 2008

canción

la niña que me pareció más hermosa era un niño con pena de tiza en la boca/
o de aire en el pelo
como el hilo de pesca de mi abuelo que no conocí
o tus malas palabras sobre mí
y mi mala conducta sobre ti
yo te hablo con crueldad de delantal celeste
y no puedo cuidar
ni estar en el paradero a esa hora
yo no sé hacer otra cosa que llorar en tus peores momentos
y maldecir
como si se nublara todo de verde oscuro
o sonaran todas la grúas
yo te quiero como una puta de los años veinte
o como una puta de los años veinte te hubiese querido

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