viernes, 25 de diciembre de 2009


yo no sé de la infancia
más que un miedo luminoso
y una mano que me arrastra
a mi otra orilla

mi infancia y su perfume
a pájaro acariciado


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martes, 15 de diciembre de 2009

buena suerte

me asusta el sueño de que alguien me pueda salvar. hacer cosas sin querer. y cómo decirlo. como si estuviera bien. que he estado tanto tiempo. sin usar la tierra. entre nosotros. como en asientos que vuelan. por todas partes. y mi pelo por la ventana. voy perdiendo mientras camino. mis cosas favoritas. sin decir nada. y me pregunto cómo han podido olvidar. los pájaros verdes. yo no sé. pero los guardo. para la buena suerte.

*

como lluvia costera. durmiendo en mi cama. y los niños con armas en la calle. con las manos arriba. les digo. que me rindo. todos los niños en la calle. una sugerencia para tu posible corazón. no te vayas no te vayas. como cuando hicimos el amor en el piso del living. con el ruido de atrás de la tv. quizás te ofendiste. si nosotros nos vamos ellos se irán. como un reloj. iremos por ti. siempre yéndote lejos. sin quedarte. regala tus zapatos. limpia tu salida.

*

naciste adentro de la lluvia. en esa calle lejana. siempre me pierdo. cuando dejo la ciudad. por eso no pude ir a verte. cuando el mundo explote. que no te importe mentir. no seas tonto. no te creas extraño. tomemos ese tren bajo el agua. como en las postales. pero sin gloria. y ahora digo gracias. si algún camión me atropella. me quedaré con la luna. de la gran avenida.



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jueves, 3 de diciembre de 2009

todos se murieron




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martes, 1 de diciembre de 2009

alejandra

Fragmentos para dominar el silencio

I

Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.

II

Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.

No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.

III

La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.




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