miércoles, 24 de octubre de 2012

"empieza con un gato que se restriega contra tu pierna, hace dos años, quizás tres, justo después de hacerte daño en la pierna, y es un gato callejero, y le pones un plato de leche y, cuando vives en una maldita caravana en los límites de la ciudad, siempre agradeces la compañía y, demonios, los gatitos eran preciosos, y empezaste a poner más leche y bien pronto parece que todo el dinero que cobras por esta baja temporal se te va en comprar todos esos sacos de comida para gatos y a duras penas tienes claro quién es la madre o el hermano o la hermana de quién y la caravana apesta a orines pero casi no te das ni cuenta, porque esos gatos son de la familia y por eso es una faena que tu cuñado de moose hill te diga que tiene trabajo para ti en una granja de vacas lecheras y que te pagan trescientos dólares a la semana, y alojamiento, y es la mejor oferta posible cuando sólo eres un peón de granja con una pierna jodida y no sabes qué hacer con los malditos gatos, las crías en los cajones, sesenta o puede que setenta gatos, y todavía hay más por los campos que volverán esta noche a comer.
ven el viernes, dice tu cuñado, o cogerán a otro.
y esa baja temporal no durará siempre.
así que cierras la puerta de la caravana y te vas, pensando tal vez que volverás el fin de semana para dar de comer a los gatos, y sabiendo que no lo harás.
y entonces sólo ves la cara del ayudante del sheriff cuando te dice que tuvieron que ponerse mascarillas para entrar en la caravana, que cinco gatos habían sobrevivido de alguna manera, que sesenta, quizás más, fueron encontrados medio comidos, y espera que tú digas algo, lo que sea, y tú sacudes la cabeza y no dices nada en absoluto."

N.G.

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