miércoles, 4 de enero de 2012

fiestas

estaba decidida a pasar la noche de año nuevo en la casa de mi infancia. sola. o con quien fuera. primero hice una elección sofisticada que fue imposible. pensé terminar un guión que nunca puedo terminar. pensé llevar gente lo más parecida a los personajes. como para que las cosas pasaran solas. pero todo se volvió como irreal o incompatible. así que me fui con I solamente. en una casa cerca estaría D con su abuela. y de forma inesperada llegaría C el sábado en la tarde. ese día comimos humitas. luego I se quedó leyendo y con D fuimos a bañarnos al mar. fue un baño extraño y bonito. el último baño dirían algunos. pero entonces nunca pensamos en eso. nuestros trajedebaños estaban especialmente brillantes y el mar medio negro y medio blanco y D y yo tan contentos de estar en el agua con el efecto de las pulguitas abajo de la arena y con las olas tan tan fuertes. me salí y volví a entrar varias veces al agua. entre medio le saqué fotos a unas niñas rubias que intentaban hacer bodyboard. se puso el sol y subimos esa subida que es terrible pero no podíamos dejar de sentirnos bien. algunos nos metimos a la ducha. sonó una canción muy preciada en la radio que hay que sintonizar con un desatornillador. y nos pusimos a bailar. después se hizo tarde. muy tarde y fuimos corriendo por los atajos a la playa y empezaron los fuegos artificiales. nos detuvimos a verlos. yo sé con claridad sobre la maldad que ocasionan en persona y animales. pero esa noche los vi tan lindos. tan lindos que reiniciaban mi mirada en cada explosión. tan lindos cuando van cambiando de color primero como cascada y luego como lágrimas de luz. de pronto hubo muchas personas. y no quería estar con esa gente que se pone a hablar del año que pasó. y del año que viene. D tampoco. así que fuimos a cumplir un deseo de año nuevo. y es que hay una casa anciana como un barco medio hundido que desde que tengo memoria ha estado desocupada y que tiene una escalera de caracol por fuera que lleva a una terraza muy grande en el techo. acordamos hacer un peregrinaje de casas vacías antes de llegar a esa, la final. camino a cumplir el deseo hicimos algunas actuaciones y estuvimos en la parte alta de una calle toda llena de adornos luminosos. luego encontramos un perro tan hermoso muerto en la mitad de la calle. lo habrían atropellado. intenté moverlo pero pesaba mucho. entre los dos lo tomamos y lo dejamos en las plantas. me acordé de esos animales que hay en el museo de historia natural. esos que están tan secos en alguna postura forzosa mostrando sus dientes. con ese pelo como de vieja que va a la peluquería todas las semanas. lo dejamos ahí. intentando que se viera cómodo. pero la mueca de su cara y el brillito de sus ojos abiertos violentaban toda su forma. intenté recordar todos los perros muertos que había visto. intenté reconocer ese gesto final en algún pariente. en algún funeral. D le escribió un mensaje en un papel un poco ridículo. algo como fuiste un buen perro. o eso supuse. entonces seguimos caminando lúgubres hasta la casa que nunca me había atrevido a entrar. y ahí por fin arriba en la terraza arcaica de alguna persona que nunca conoceremos, nos sentamos y descansamos. como cubiertos de un silencio claro y bonito. que nada tenía que ver con las fiestas esas. que alguna vez nos imaginamos.

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1 comentario:

María Elvira dijo...

Joooosseeeeeeeeeee

Aaaaaaaaaaaaaaaaaa


te quiero.


te espero.


y los huevitos de campo también.


y obvio que Ari también.