
domingo, 27 de noviembre de 2011
sierva

viernes, 25 de noviembre de 2011
querida
«muéstrame una tarde entera ¿ya? coséme algo mientras me enseñas»
y ahí. ahí sí soltarías la carcajada. es así. podrías reírte horas de un acento mal puesto. o de alguna sombra de un pantalón tirado en el suelo.

domingo, 20 de noviembre de 2011
de un hombre que nunca pudo cruzar el bosque
se detuvo en una casita de madera a descansar. las plantas crecieron y la casa se hizo vieja con él adentro. qué más podría hacer. creía pensar mientras dormía. volver a ver el último día. enumerar los momentos principales. nombrar esa seña final. se quedó dormido. ante las cosas que podrían. se quedó dormido. con tantas cosas que le hubiera gustado vigilar.

sábado, 19 de noviembre de 2011
78-79
para olvidarme de ti
voy a cultivar tierra
en ella espero encontrar
remedio para mis penas.
cogollo de toronjil
pa' cuando aumenten mis penas
las flores de mi jardín
han de ser mis enfermeras.
A.Z.

jueves, 17 de noviembre de 2011
virginia

sábado, 12 de noviembre de 2011
un día perfecto para
—¿Te has quemado mucho? ¿No has usado ese bronceador que te puse en la maleta? Está...
—Lo usé. Pero me quemé lo mismo.
—¡Qué horror! ¿Dónde te has quemado?
—Me he quemado toda, mamá, toda.
—¡Qué horror!
—No me voy a morir.
—Dime, ¿has hablado con ese psiquiatra?
—Bueno... sí... más o menos...—dijo la chica.
—¿Qué dijo? ¿Dónde estaba Seymour cuando le hablaste?
—En la Sala Océano, tocando el piano. Ha tocado el piano las dos noches que hemos pasado aquí.
—Bueno, ¿qué dijo?
—¡Oh, no mucho! ¡Él fue el primero en hablar. Yo estaba sentada anoche a su lado, jugando al bingo, y me preguntó si el que tocaba el piano en la otra sala era mi marido. Le dije que sí, y me preguntó si Seymour había estado enfermo o algo por el estilo. Entonces yo le dije...
—¿Por qué te hizo esa pregunta?
—No sé, mamá. Tal vez porque lo vio tan pálido, y yo qué sé. La cuestión es que, después de jugar al bingo, él y su mujer me invitaron a tomar una copa. Y yo acepté. La mujer es espantosa. ¿Te acuerdas de aquel vestido de noche tan horrible que vimos en el escaparate de Bonwit? Aquel vestido que tú dijiste que para llevarlo había que tener un pequeño, pequeñísimo...
—¿El verde?
—Lo llevaba puesto. ¡Con unas cadenas...! Se pasó el rato preguntándome si Seymour era pariente de esa Suzanne Glass que tiene una tienda en la avenida Madison...
—Pero ¿qué dijo él? El médico.
—Ah, sí... Bueno... en realidad, no dijo mucho. Sabes, estábamos en el bar. Había mucho ruido.
—Sí, pero... ¿le dijiste lo que trató de hacer con el sillón de la abuela?
—No, mamá. No entré en detalles. Seguramente podré hablar con él de nuevo. Se pasa todo el día en el bar.
—¿No dijo si había alguna posibilidad de que pudiera ponerse, ya sabes, raro, o algo así? ¿De que pudiera hacerte algo?
—En realidad, no—dijo la chica—. Necesita conocer más detalles, mamá. Tienen que saber todo sobre la infancia de uno, todas esas cosas. Ya te digo, había tanto ruido que apenas podíamos hablar.
—En fin. ¿Y tu abrigo azul?
—Bien. Le subí un poco las hombreras.
—¿Cómo es la ropa este año?
—Terrible. Pero preciosa. Con lentejuelas por todos lados.
J.D.S.

jueves, 10 de noviembre de 2011
figura 3

sábado, 5 de noviembre de 2011
las olas
V.W.

sábado, 17 de septiembre de 2011
miércoles, 7 de septiembre de 2011
figura 1
miedo al miedo. escrito en ese muro. pienso. se mete dentro. he estado buscando tanto tiempo en una cueva. cerrando las ventana. mirando siempre una foto con tres niños de 1984. no sabía. que de sola sola. me estaba yendo más. esa doble vida que ensayo ilustrar. un hemisferio. y otro. he resuelto. ejecuto. la destrucción de las persianas. bajando las escaleras corriendo al comienzo. para entrar a un bosque sin lago. entiendo. el sacrificio de las lámparas que nunca colgamos. mi cámara girando sin epicentro. como un presagio. y todo eso que íbamos a cumplir. nos tira de la ropa. como un niño pequeño. las señas. las alarmas. los papelitos amarillos con mensajes. los recortes inocentes debajo de la planta. y la calcomanía de mi caballo. apuntan el muro. miedo al miedo suena. como una canción en repetir.

sábado, 27 de agosto de 2011
domingo, 21 de agosto de 2011
página 196
ríocorre, más allá de Eva y Adán.
S.P.

sábado, 6 de agosto de 2011
lunes, 1 de agosto de 2011
poema para una joven amiga que intentó quitarse la vida, bertoni.
me gustaría ser un nido si fueras un pajarito
me gustaría ser una bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío
si fueras música yo sería un oído
si fueras agua yo sería un vaso
si fueras luz yo sería un ojo
si fueras pie yo sería un calcetín
si fueras el mar yo sería una playa
y si fueras todavía el mar yo sería un pez
y nadaría por ti
y si fueras el mar yo sería sal
y si yo fuera sal
tú serías una lechuga
una palta o al menos un huevo frito
y si tú fueras un huevo frito
yo sería un pedazo de pan
y si yo fuera un pedazo de pan
tú serías mantequilla o mermelada
y si tú fueras mermelada
yo sería el durazno de la mermelada
y si yo fuera un durazno
tú serías un árbol
y si tú fueras un árbol
yo sería tu savia y correría
por tus brazos como sangre
y si yo fuera sangre
viviría en tu corazón.
C.B.

domingo, 24 de julio de 2011
del árbol de diana
viernes, 8 de julio de 2011
iris estuvo aquí
viernes, 3 de junio de 2011
de "primeros lugares"
quisiera hacerte un video de papeles que cuelgan de cadenas desde un techo muy alto con olor a mis perros y un poco de viento de las cinco de la tarde. me gustaría mostrarte cosas que me imagino para ti. como un premio. en la playa no había nadie. todo el pueblo estaba cerrado y con sofía corrimos y nos metimos al agua que estaba tan tan helada. cuando nos salimos del mar sentí mi cuerpo como si estuviera en guerra. no sé. en toda la playa había sólo un gran tractor azul pasando sobre la arena. nos volvimos corriendo a mi casa empapadas y nos tiramos en el pasto a tomar vino con piña como un par de ancianas hasta que se puso el sol y nos envolvimos con un chal muy borrachas y risueñas. en la playa recordé que cuando era chica le decía cosas al mar en voz alta. por acá todo bien. aunque adivino algo raro. no sé. como si algo fuera a pasar. pero sin saberlo. tú me entiendes. sospechar que algo drástico va a suceder. pero de una manera plácida. al final siempre invento cosas que no pasan. qué sé yo.

jueves, 2 de junio de 2011
de rodillas
sábado, 14 de mayo de 2011
atrás

continuidad
lunes, 18 de abril de 2011

lunes, 14 de marzo de 2011
película
jueves, 10 de marzo de 2011
de la sexton. poema precioso.
Oh Sylvia, Sylvia,
con un féretro de piedras y cucharas,
con dos hijos, dos meteoros
vagando libres en una pequeña sala de juegos
con tu boca hacia la sábana,
hacia la viga del techo, hacia la estúpida plegaria,
(Sylvia, Sylvia
¿a dónde te fuiste
después de escribirme
desde Devonshire
acerca de cultivar patatas
y criar abejas?)
--
(En Boston
los moribundos
viajan en taxis,
nuevamente la muerte,
que viaja a casa
con nuestro muchacho.)
Oh Sylvia, recuerdo al letárgico baterista
que batía sobre nuestros ojos con una vieja historia,
cómo queríamos dejarlo venir
como un sádico o un hada de New York
para que hiciera su trabajo,
una necesidad, una ventana en una pared o un pesebre,
y desde entonces esperó
bajo nuestro corazón, nuestra alacena,
y veo ahora que le hemos guardado
año tras año, viejos suicidios
y siento ante la noticia de tu muerte
un horrible sabor, como a sal
(Y yo,
yo también.
Y ahora, Sylvia,
tu nuevamente
con la muerte de nuevo,
que viaja a casa
con nuestro muchacho.)
--
Oh pequeña madre,
tú también!
Oh graciosa duquesa!
Oh rubita!
De ésas
he salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis doce dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
--
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.
He viajado contigo, carretero, saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que dejábamos atrás,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, superviviente
allí donde tus llamas aún muerden mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu carreta.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
--
La bomba se abre como una caja de zapatos.
¿Y el niño?
El niño decididamente no bosteza.
¿Y la mujer?
La mujer lava su corazón.
A.S.

lunes, 14 de febrero de 2011
menos mal
miércoles, 26 de enero de 2011
qué hacer con el tiempo extra

a.m.
estaba acostada ahí en esa cama enorme. no iba a hacerlo. dejé la mirada fija en la ampolleta que colgaba al medio de la pieza enredada en un cable. juntando un poco los párpados podía lograr que la luz se alargara hacia abajo como espada blanca. me quedé así un tiempo. pensé en esos veteranos de guerra y sus pesadillas. sentados en alguna silla para siempre. me levanté al baño y prendí el agua caliente. esperé a ver cómo me borraba en el espejo. desaparecí por completa. pensé en la lluvia caliente. pensé. no me importaría pasar toda la tarde afuera.
