"empieza con un gato que se restriega
contra tu pierna, hace dos años, quizás tres, justo
después de hacerte daño en la pierna, y es un gato
callejero, y le pones un plato de leche y, cuando vives en una
maldita caravana en los límites de la ciudad, siempre
agradeces la compañía y, demonios, los gatitos eran
preciosos, y empezaste a poner más leche y bien pronto parece
que todo el dinero que cobras por esta baja temporal se te va en
comprar todos esos sacos de comida para gatos y a duras penas tienes
claro quién es la madre o el hermano o la hermana de quién
y la caravana apesta a orines pero casi no te das ni cuenta, porque
esos gatos son de la familia y por eso es una faena que tu cuñado
de moose hill te diga que tiene trabajo para ti en una granja de
vacas lecheras y que te pagan trescientos dólares a la semana,
y alojamiento, y es la mejor oferta posible cuando sólo eres
un peón de granja con una pierna jodida y no sabes qué
hacer con los malditos gatos, las crías en los cajones,
sesenta o puede que setenta gatos, y todavía hay más
por los campos que volverán esta noche a comer.
ven el
viernes, dice tu cuñado, o cogerán a otro.
y esa
baja temporal no durará siempre.
así que cierras la
puerta de la caravana y te vas, pensando tal vez que volverás
el fin de semana para dar de comer a los gatos, y sabiendo que no lo
harás.
y entonces sólo ves la cara del ayudante del
sheriff cuando te dice que tuvieron que ponerse mascarillas para
entrar en la caravana, que cinco gatos habían sobrevivido de
alguna manera, que sesenta, quizás más, fueron
encontrados medio comidos, y espera que tú digas algo, lo que
sea, y tú sacudes la cabeza y no dices nada en absoluto."
N.G.
